Comienzo este Blog compartiendo una de mi experiencia vivida en el hospital Civil Viejo de Guadalajara, cuando me dedicaba a otra cosa antes de estudiar Geología y así comienza mi relato:
Hace poco más de año y medio realice un viaje a un mundo desconocido, donde muy difícilmente podría gozar y
disfrutar de esta estancia. Este
traslado, consistió en salir de mi mundo y dirigirme al mundo real donde se ve
y siente el dolor y sufrimiento; abandono y soledad; donde a veces se pierde
la esperanza de vida, pero en donde se
encuentra al Dios humano y sencillo que se encarna y que acompaña a su pueblo,
buscando la vida y la libertad de sus hijos.
Esta experiencia la realice
en el hospital civil de Guadalajara (Fray Antonio Alcalde), no fue un viaje
solo sino acompañado principalmente por el Señor, que me fue guiando a través
de esta experiencia, fuerte e importante para mí. En donde puede reconocer que
solo acercándome al otro, se puede amar y conocer la realidad, sólo así se
puede ver que Dios se sigue encarnando, naciendo, muriendo y resucitando. Me
gustaría compartir, una experiencia que tuve con un enfermo, creo que esta
experiencia, expresa lo que fui viviendo y aprendiendo.
Ladislao, llegó cuatro días después de que llegue al hospital, un señor
de 75 años de edad, estaba muy grave e inconsciente, tenía una fractura en la
cadera y estaba entubado. Su esposa Hermelinda, permanecía día y noche en el
hospital, a veces se pasaba todo el día sin comer, y dormía en el piso, debajo de la cama de su esposo.
Me sorprendía el amor y la entrega que le expresaba a Ladis, la señora
no sabía leer ni escribir, pero sabia y hacia algo muy importante, entregarlo
todo, no un ‘’cachito’’ sino todo. Compartía de lo que tenía y podía dar, que
es el amor, un amor que es alimento y entrega. Yo pensaría que en el hospital
nada más se sufre y que no hay esperanza, pero también encontré que es un lugar
privilegiado, que es el Reino de Dios, donde se ve signos de vida, que esta
misma fragilidad humana nos une y nos hermana. Hermelinda entregaba su vida de
la manera que le toca a ella entregarla, permaneciendo con su esposo, estando
con él, y dispuesta para escuchar a Dios. Ella decía: ''los doctores les toca
hacer lo que está en sus manos, pero a Dios le toca hacer lo que no está en las manos de ellos''.
Ladis llevaba ya poco más de un mes sin moverse ni abrir los ojos, hasta
que en una tarde, estando yo a los pies de él y su esposa hablándole al odio
con mucho amor, recordando sus
experiencia, ella le decía, ''mi viejo mueve tu mano, mi viejo te quiero mueve
tu mano'', una voz dulce y suave, con mucho amor, y Ladis movió su mano, su pie
y empezó abrir los ojos. Hermelinda y yo, estábamos muy contentos, que hasta
lloramos del gusto, porque precisamente Dios hizo lo que él solo podía hacer. Y
me concedió la gracia de poder ser testigo de la resurrección.
Puedo decir que el hospital es un lugar
privilegiado y que es el Reino de Dios, donde me encontré con Jesús en la
realidad, que me hizo salir de mi ''mundo'' e ir al mundo en donde él se
encuentra y donde él se sigue encarnado, en donde me sentí tocado por Dios y
por la realidad. Todo lo que viví en mi viaje es Gracia de Dios, y el ser testigo
de la Gracia recibida me lleva a compartir de lo que tengo y puedo dar, (así
como Hermelinda) siempre buscando la mayor gloria de Dios. ''Para amar y conocer a una persona es
preciso acercarse a ella''
Foto: tomada al interior del Hopsital Civil
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