Dios en el pueblo indígena : Jtotic
te oyot tzotzil
Comparto mi experiencia que viví en Chiapas en un pueblo indígena tzotzil, en una
comunidad que se llama Tzajalchen se encuentra establecida en los altos de
Chiapas, pasaron muchas cosas todas buenas, siendo sincero lo que
comparta no es todo, porque hay mucha Gracia de parte de Dios. Así que trataré
de compartir dando una visión algo amplia de lo que fui viviendo. (Nada más
para mencionar en esta experiencia la compartí con un amigo Roberto.)
Durante la experiencia me sentí
como una planta de café sembrada en la tierra, es pequeña, tiene sus raíces
(que para que dé fruto necesita pasar 3-4 años) pero para que esta crezca
necesita de dos aguas, una que es de
arriba y otra que se encuentra en el fondo de la tierra. El agua de arriba hace
que crezcan sus raíces y estas llegan a la profundidad de la tierra y beben
del agua que está debajo y esa es un agua pura que va a permitir
crecer a la planta hacia arriba de la superficie y dar los frutos. Estos dos tipos de agua, el que recibe de arriba de
la lluvia o riego representa al pueblo (Jtotic- Dios) y el que bebe de bajo de la tierra
representa el trabajo personal. Y también requiere de mucho cuidado, de
abonar, de limpiar para poder tener una buena cosecha.
Con esta imagen hago
referencia a que el agua de arriba es el pueblo indígena que me enseñó a mí y
el agua de abajo hago referencia al trabajo personal que realice.
Al llegar a la comunidad de
Tzajalchen, me sentí parte de su comunidad pero sin
dejar de ser caxlán (mestizo), porque ellos me recibieron en un clima familiar, su lengua es familiar: Van kil ( hermano.) para mí fue difícil comunicarme
porque pocos hablan español y yo no entendía el tzotzil, así que durante el
trabajo, la comida era prácticamente todo en silencio porque no podía conversar
con otros. Pero me permitió descubrir otras maneras de relacionarme, como el
estar más atento a los detalles, mirar a los ojos, hacer gestos, sonreír, etc.
Al no poder derribar la barrera del lenguaje fue saliendo maneras
creativas de relacionarme.
El pueblo indígena, es un mundo
místico, tienen un diálogo directo con la Metik Vanamil (Madre Tierra) que a la
vez es un diálogo con Dios. Su relación con la tierra es de mucho respeto y la
ven como persona, de hecho para trabajar o realizar cualquier labor (cosechar,
sembrar, etc.) hay que pedirle permiso a la tierra. Ver y sentir ese respeto a la Madre
tierra, me hace caer en la cuenta de que soy criatura que dialoga con otras
criaturas. No soy dueño de la tierra, soy
parte de ella.
Su espiritualidad es de ayuno y
oración, Ernesto decía cuanto le preguntaba porque hacía oración dijo:
‘’nosotros venimos aquí para pedir, por los gobernadores, la violencia de
nuestro país, nosotros no podemos con esto porque somos campesinos y es por eso
que le pedimos a Dios’’ Lo que yo no puedo, es mejor ponerlo en manos de quien si puede.
Pues con todo esto que me enseñó
la comunidad, que es algo muy hermoso vivir entre las montañas, de poder
disfrutar del silencio, de la naturaleza y de gozar de una tranquilidad; hay algo que me causó
impotencia y dolor. Fue el tocar su pobreza. Estas personas tienen apenas para
vivir, su única comida son frijoles y tortillas durante los 365 días del año y
las tres comidas, allí en el pueblo no hay trabajo su única fuente de ingreso
es la cosecha del café, incluso esta temporada le fue mal porque llegó una plaga que afectó a todo el cafetal. Muchas familias perdieron todos y sus únicos ingresos, ya que
el café tarda en dar su fruto de 3 a 4 años. ¡Y mientras! ¿Cómo le van hacer?
Pues tendrán que dejar su familia para irse a trabajar a la ciudad y vivir la
incertidumbre, la impotencia de no poder comunicarse, discriminación,
injusticia, pasar hambre. Vivir todo eso y cosas peores, todo lo que yo No viví
allí.
Yo viví otra cosa distinta a la que ellos viven cuando van a la ciudad.
Yo Pude ver abundancia cuando me compartían los últimos frijoles, pude vivir no
sobrevivir porque estaba feliz en esta comunidad y con la gente que me enseñaba,
me sentí parte de esta familia, no fui rechazado. Me pregunto ¿por qué tanta
pobreza? ¿Por qué ellos pasan hambre e injusticia, cuando ellos me han dado
todo y han sido justos conmigo? Y me
quedo sin palabras.
En esta experiencia me encontré
con un Dios encarnado en esta realidad, un Dios Padre y Madre que me cuida y
que no me pide ni exige nada. Ante esto aprendí a ponerme en manos del alfarero, que él me fue moldeando solamente con su mirada,
una mirada que toca lo más profundo y configura. Que eso me da
la confianza y la libertad de caminar por este río que va a dar vida a otros.
Agradezco a Dios y al pueblo Tzotzil por el regalo que me
hicieron y por darme esta libertad sintiéndome seguro y con el deseo de buscar ambientes más justos y humanos. De poder hacer presente el Reino de Dios
aquí y ahora (Reino de Dios lo entiendo como el que se construye, no el que espera algo en la "otra vida" El R.D es crear una sociedad más justa, fraterna y humana), estando al lado del que vive injusticia, del que es discriminado, del que
no es escuchado, del indígena que lo callan y no le dejan gozar del derecho a
la vida, ellos me enseñaron a creer en Jesús pobre y humilde que se hace presente en este pueblo crucificado y con señales del resucitado, que me
muestran las llagas, estas llagas que son señales de que hubo
muerte pero que ahora hay vida.
Termino con unas palabras que
dijo María a su esposo Toño, en donde lo animaba a seguir trabajando. Me apropié de esas palabras: ‘’Estoy dispuesto a pasar hambre porque miles de
nuestros hermanos sufren más que yo. Como cristiano estoy llamado a construir
el Reino de Dios. Si no lo hago, no vale la pena vivir…. ve y
sigue trabajando’’
Hola! Gracias por compartir tu experiencia, me encanto!
ResponderEliminar